Durante los primeros años de vida, el cerebro crece a una velocidad extraordinaria: alrededor del 80% del cerebro adulto se forma antes de los 3 años. Si en ese período el niño no recibe los nutrientes adecuados como: hierro, ácidos grasos esenciales, zinc y proteínas, las conexiones neuronales no se desarrollan adecuadamente, y eso puede tener consecuencias permanentes en la memoria, el aprendizaje, la atención y el rendimiento escolar.
Por eso, es importante alimentar bien a un niño en sus primeros años, ya que no es solo una cuestión de salud: es una inversión directa en su inteligencia, en su futuro profesional y en su calidad de vida.
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